Tratemos de abordar este asunto paso a paso. Llega el momento de auge de los viajes mochileros: es una combinación de época de vacaciones con temperaturas suficientemente altas como para no requerir mucho más que ánimo para viajar y conocer nuevos lugares. La esencia del viaje mochilero consiste en dos cuestiones fundamentales: la objetiva y la subjetiva. aunque interrelacionadas, van por caminos paralelos. Se trata del aspecto estrictamente económico y un carácter subjetivo o “de principios” por parte del turista que no quiere llevar adelante un viaje utilizando el circuito “comercial” (el cual incluye desde hoteles hasta excursiones pasando por trasporte y demás elementos infaltables en cualquier viaje).
El seguro de viaje, a primera vista, está reñido con ambos aspectos fundamentales de la esencia mochilera: en lo objetivo, aumenta el costo total del viaje y, en lo subjetivo, no hay nada más “tradicional” que contratar un seguro de viaje. Veamos si esto es tan así o si hay mucho prejuicio de por medio. En el aspecto subjetivo, si se piensa al seguro de viaje como la manera de llevarnos todas nuestras “seguridad y comodidades burguesas” de viaje con nosotros, si lo pensamos como la condición de necesidad de que nos internen en una clínica con lujosas habitaciones o nos asista un prestigioso abogado, entonces claramente se choca de lleno con la esencia del viaje mochilero. Sin embargo, muchísimos mochileros contratan un seguro de viaje y no tienen la más mínima intención de que éste provea lujos de ninguna clase.
Es más, e incorporando al argumento el aspecto fundamental objetivo, la contratación del seguro se rige por la misma idea original de este tipo de viaje: “no puedo afrontar los costos de atención médica o asistencia legal por mi cuenta”. Lo de la asistencia legal dejémoslo de lado, sólo pensemos en el tratamiento médico.