Poco a poco, algunos destinos turísticos que quieren escalar posiciones dentro del turismo internacional están invirtiendo en un incipiente sistema de venta de paquetes turísticos. Se basa en ofrecerles a los potenciales clientes de una agencia de viaje una pizca de lo que sería estar en ese lugar. A través de los ya famosos cascos de Realidad Virtual el turista podrá sentirse como si estuviera en el destino que están reproduciendo para él. Si bien esta tecnología es muy novedosa y son muy pocos los lugares que la ofrecen a sus clientes y pocos los destinos turísticos disponibles para ser visitados virtualmente, muchos expertos en turismo creen que esta invención puede revolucionar el mercado conquistando al turismo mundial con lugares inesperados y hasta modificando los primeros destinos turísticos del planeta.
Desde una perspectiva más pesimista, toda la industria que vive de recibir turistas en determinado destino espera que la Realidad Virtual funcione de la manera descrita y no que evolucione lo suficiente como para que no haya necesidad de visitar ningún lugar, dado que la sensación de realidad pueda llegar a rivalizar con la “realidad real”; y, como si fuera poco, con un costo infinitamente menor que hacer un viaje tradicional. Eliminemos por el momento esta perspectiva pesimista y futurista. Sigamos con la idea de que es sólo una gran manera de vender viajes a destinos que no están entre los más concurridos del mundo. Hay, ahora sí en términos menos de ciencia ficción, un problema. La Realidad Virtual puede generar una sensación contraproducente en los turistas en relación a sus cuidados: algo similar a “he estado allí y nada me ha sucedido”. Claro que la Realidad Virtual utilizada para vender un destino no conlleva ningún riesgo, pero viajar realmente sí.
Lo problemático sería que los turistas empiecen a sentir una confianza desmedida que los aleje de los seguros de viaje, que son los que en verdad los cuidan durante sus vacaciones. No es que necesariamente algo malo vaya a suceder durante nuestro viaje (de hecho, lo más probable es que nada malo suceda), pero comenzar a abandonar los seguros de viaje es poner en riesgo severo no sólo a los turistas que toman esa decisión y a las compañías que ofrecen estos seguros, también es un peligro para los sistemas de salud y legales de los países receptores de turismo internacional y por lo tanto, para la industria turística mundial. Entonces, sin exagerar para un lado ni para el otro: este nuevo mecanismo de venta suena muy prometedor. Sólo hace falta apelar a la responsabilidad de los compradores y a la madurez tecnológica suficiente como para poder distinguir sin el más mínimo atisbo de duda entre Realidad Virtual y la realidad a secas.