Este artículo requiere un esfuerzo por parte del lector, se le exige una verdadera introspección al leerlo. Si quien lee mantiene autoconstrucción de turista “por fuera del sistema”, no tendrá sentido que pierda su tiempo aquí. La idea es la siguiente. Viajar como mochilero, acampando, alojándose en hostels, haciendo dedo siempre que se pueda, gastando lo menos posible y conociendo lugares “recomendados” por lugareños saliéndose del circuito turístico tradicional es muy distinto al turismo más familiar de hoteles y excursiones pagadas. Hasta aquí estamos todos de acuerdo.
Ahora bien, viajar como mochileros para muchos es una necesidad y para otros tantos es una elección. Hay quienes no pueden costear otro tipo de viaje y otros que pueden hacerlo, pero prefieren el estilo turístico menos “típico”. Ahora bien, los destinos turísticos importantes en el mundo tienen tan vasta cantidad de mochileros año a año que este tipo de viaje lejos está de ser original, alternativo o contracultural. Los lugares “recomendados”, misteriosos y ocultos ya forman un circuito por sí mismos: “si vas a X, no dejes de ir a Z lugar, es fantástico”. La temporada turística ha comenzado en este hemisferio y muchos están preparando sus mochilas de viaje. Lo que queremos lograr aquí es un entendimiento, a los fines de mejorar la calidad del viaje.
Estamos hablando del seguro de viaje. Pocas cosas son más “turismo del sistema” que los seguros de viaje. Sin embargo, son precisamente los mochileros quienes más necesitan de ellos. al moverse constantemente por un circuito informal, realizar largas y tortuosas caminatas a las que no están en absoluto acostumbrados (al igual que la mayoría de la población mundial, los mochileros no tienen un gran entrenamiento físico), hospedarse en lugares de dudosa higiene y meterse en sitios que están formalmente prohibidos, los riesgos de salud y legales están a la orden del día. No estamos diciendo que los mochileros tengan constantes problemas de salud o altercados con la ley, pero sí que están mucho más expuestos a ellos que quienes se quedan en el hotel y viajan con un guía en trasportes rentados.
Cuando viajamos a lugares donde corremos
riesgos al mismo tiempo que conocemos cosas maravillosas no tenemos que dejar
que los riesgos, de concretarse, nos impidan continuar nuestro viaje. Si nos
doblamos el tobillo caminando por un cerro y no podemos pagar la atención
médica ni tenemos seguro de viaje, deberemos pagar un avión y regresar a casa.
Algo tan habitual como una luxación puede arruinar nuestro viaje. Eso es lo que
evita el seguro de viaje: nos permite permanecer lo más alejados posible del
turismo típico sin que este alejamiento ponga en riesgo la continuidad de
nuestro viaje, nuestra salud o nuestra libertad.