Las vacaciones son el momento de relajación por excelencia. Sin importar si nos vamos a pasar días de campo mansos y en familia o a hacer deportes extremos con amigos, la relajación es la esencia que se manifiesta de muchas maneras diferentes. Como son distintas las personas son distintas las vacaciones, pero hay algo que todos tenemos en común: para poder disfrutar necesitamos no estar preocupados. Si hay algo que arruina cualquier tipo de viaje, eso es la preocupación. Todavía más que los problemas reales de los que eventualmente podríamos tener que ocuparnos, la preocupación corroe las vacaciones desde el primer día porque es una sensación que nunca se va, que nunca cede y que le quita el lugar al placer.
Entonces, ¿cuánto vale viajar sin preocupación? Sin lugar a dudas, mucho más que lo que cuesta un seguro de viaje; y el seguro de viaje justamente lo que hace es quitarnos de nuestras espaldas el peso de la responsabilidad que se convierte en preocupación. Una buena cobertura de viaje se ocupará de todos los eventuales problemas que puedan surgir, por lo que no hay motivo para anticiparse a ellos ni temer que sucedan. La sensación de poder dejar en manos profesionales la resolución de aquello que pudiera salir mal durante nuestro viaje tiene un efecto psicológico impagable: casi que es la condición de posibilidad para disfrutar de unas verdaderas vacaciones.
El precio monetario de un seguro de viaje no es lo que interesa, lo que importa es cuál es el valor real de contratarlo. Eso es lo que el lector tiene que analizar y ver qué tan importante es para él, según su personalidad, este tipo de tranquilidad. De todos modos, hay que decirlo para que esto no parezca algo naif, el costo de los seguros de viaje es un porcentaje insignificante de lo que gastaremos en nuestras vacaciones. Todo esto no fue un preludio para decir que el seguro es costosísimo pero vale la pena: vale la pena y, realmente, no significa un desembolso de dinero que cambie en nada lo que teníamos pensado gastar en total en nuestro viaje.