Si un amigo nos está contando que ha
logrado, después de muchos años, conseguir el dinero para ir con su familia a
realizar el viaje que siempre soñó y nos menciona al pasar que hubiera querido
contratar un seguro de viaje pero ya había sobrepasado su presupuesto y no
quería agregar ningún otro gasto que no fuera imprescindible, muchos de
nosotros consideraríamos que lo que nos dice es totalmente razonable. Sin
embrago, lejos está de serlo.
Una situación tal es la que más necesita de
la cobertura de un seguro de viaje, por múltiples razones:
1. Si alguien de nuestra familia requiere
gastos médicos, los cuales son altísimos, y no contamos con seguro y nos hemos
gastado los ahorros de nuestra vida en las vacaciones, estaremos frente a una
situación delicadísima.
2. Si perdemos el equipaje, una excursión,
el vuelo a uno de nuestros destinos relámpago, etc. y la calidad de nuestro
viaje se resiente por ello, es lógico que queramos una compensación. A fin de
cuentas, hemos hecho el máximo esfuerzo para que todo salga perfecto y, por
negligencia de un tercero, nuestras vacaciones “pierden valor”.
3. Un seguro de viaje es algo muy
accesible: se trata de una cobertura por un tiempo muy reducido y que sólo
cubre situaciones imprevistas. Con poco dinero podemos acceder a una cobertura
total que nos permitirá no preocuparnos por nada durante nuestras vacaciones.
Lo que significa que por poco dinero estaremos aumentando exponencialmente
nuestra capacidad de relajarnos y disfrutar del viaje de nuestra vida; lo cual
no parece para nada una mala relación costo/beneficio.
El seguro de viaje es importante para todos
los viajeros, pero es fundamental para aquellos que han llegado con su último
esfuerzo a pagar por sus vacaciones: aquellos a los que no nos queda margen no
podemos darnos el lujo de correr riegos.