Muchas personas esperan a jubilarse para viajar. No es raro que los jubilados hagan viajes frecuentemente. No todos pueden hacerlo, claro está, pero es un “estereotipo” más de los que se observan en las agencias de viaje. Suele tratarse de personas que trabajaron mucho, casi sin descanso durante años y también durante años planificaron un retiro que comprenda viajes a todos los lugares del mundo que querían visitar.
Los adultos mayores que se dedican a viajar por el mundo con lo que han podido ahorrar durante el tiempo en que fueron trabajadores activos tienen que tener especial atención con no olvidarse de contratar seguros de viaje. El seguro de viaje, en esencia, es una cobertura médica internacional para imprevistos. Es decir, no ser una persona mayor con ciertos achaques de la edad no nos exime en absoluto de la contratación de este seguro, ya que lo que cubre son imprevistos que pueden ocurrirle a cualquiera. Sin embargo, por razones obvias, hay más probabilidades de que un adulto mayor sufra un imprevisto que requiera atención médica de las que hay de que un joven la necesite. Es por ello que los jubilados que se dedican a viajar no deben escatimar gastos en su seguro de viaje: la contratación del seguro tiene que ser tan seria como la disciplina laboral de toda una vida que le ha permitido a una persona retirarse y poder viajar por el mundo.
La imagen algo zonza del abuelo
despreocupado de las películas es simpática porque está dentro de un mundo de
ficción. En la vida real creerse ese personaje es una irresponsabilidad.
No obstante, ser un adulto mayor no
significa tener que pagar precios altísimos por un seguro de viaje: el seguro
tradicional cubre mucho más de lo que cualquier turista pueda necesitar realmente,
así que no hay motivo para que una persona mayor deba pagar un precio
diferencial por su cobertura.